Matrimonios Cristianos – Casados y felices Primera parte

Matrimonios Cristianos – Casados y felices Primera parte

«GOZA DE LA VIDA CON LA MUJER QUE AMAS TODOS LOS DÍAS DE LA VIDA.» (Eclesiastés 9:9)

Aseguran los expertos que menos del 25 por ciento de los matrimonios hoy en día son felices. ¿Cómo se puede ser parte de ese grupo?

Pensar en el matrimonio como Dios lo hace, no de modo egoísta. Desde la perspectiva divina, la felicidad en el matrimonio consiste en distinguir lo que es realidad de lo que es ficción. El mundo cinematográfico crea expectativas irrealistas. Para «Gozar de la vida con la mujer que amas todos los días de la vida.» tienes que analizar tu forma de pensar al respecto. Todo matrimonio está compuesto de dos personas imperfectas, es decir, tú y tu cónyuge. «Porque todos hemos pecado. » (Romanos 3:23).

Lo sabemos, pero se nos olvida una y otra vez, o seguimos esperando ser la excepción a la regla. Esperar perfección es una fantasía y minará la relación. La felicidad en el matrimonio radica en aceptar los defectos mutuos y tratarlos de forma realista. Identifica lo que es fantasía y centra tus esfuerzos en la realidad, sobre todo en ciertas áreas vulnerables.

Primero, las finanzas. Desarrolla hábitos como el de diezmar y dar generosamente, el de evitar la gratificación instantánea y el de ser disciplinado con los impuestos.

Segundo, la apariencia externa. Trata siempre de estar bien presentable, pero acepta lo que no se puede cambiar -tanto en ti como en tu cónyuge. Envejecer es parte del propósito de Dios, así que acéptalo con dignidad y hazte más sabio con los años.

Tercero, el estilo de vida. La felicidad tiene que ver con la tranquilidad y el contentamiento, no con el materialismo y esa clase de orgullo que nos conduce a abrumarnos bajo el peso de la deuda. Cuarto, la cortesía. Los gestos amables, las palabras y los actos considerados no cuestan nada y producen un gran rendimiento.

Por último, la satisfacción física. La mayor felicidad consiste en satisfacer a tu cónyuge. El egocentrismo, la manipulación y la demanda de que las cosas se hagan a tu manera no concuerdan con el método infalible de Dios de «dad, y se os dará.» (Lucas 6:38).

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