[devocional-sabado] 22 de octubre de 2005 – Perd?n incondicional.

Por

Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
aun estando nosotros muertos en pecados,
nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).
Efesios 2:4-5.

Perdón incondicional

       Se cuenta que una mujer bañada en lágrimas se acercó cierto día a Napoleón a fin de solicitar una gracia para su hijo. El emperador respondió que era imposible; se trataba de un joven soldado que había desertado y aun traicionado; la justicia exigía, pues, que fuera fusilado.
       -No pido justicia, explicó la madre. Abogo por una gracia.
       -Señora, le repito que su hijo no merece una gracia, confirmó Napoleón.
       -Majestad, exclamó la mujer, ¡no sería una gracia si la mereciera! Una gracia es todo lo que pido.
       -Bien, en este caso le concedo la gracia.
       Y el emperador perdonó al consabido hijo.

No podemos ganar el favor de Dios a través de nuestros propios méritos, porque nadie podría ser bastante bueno o hacer suficientes obras para alcanzar el nivel de perfección exigido por Dios. En cambio, si apelamos a su infinita compasión, nunca seremos decepcionados: él otorga gratuitamente la salvación a quien se vuelve a él. Suplicarle es reconocer que no podemos hacer nada por nosotros mismos, que nos sentimos perdidos; es reconocer también que Dios existe y que él es el Salvador. Cuando acudimos a su amor nunca es en vano, porque él nos ama verdaderamente ?con amor eterno? (Jeremías 31:3), incondicional, aun cuando nos sintamos indignos, y personal: ?El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí? (Gálatas 2:20).

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