Jesus el Buen Pastor

El Señor es mi pastor y nada me falta. En verdes praderas me hace descansar; a las aguas tranquilas me conduce; me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos haciendo honor a su nombre [Salmo 23,1 – 3].  Jesús no fue sólo un maestro, era alguien que cuidaba a sus discípulos sin imponerles deberes ni responsabilidades superiores a sus fuerzas. Estaba consciente de la condición de ellos y sabía cuándo hacerlos descansar y relajarse, y cuándo darles instrucción y corrección. Pero esta actitud de preocupación y cuidado de Jesús no se limitaba a sus disc&iacut e;pulos, pues se extendía a todas las personas. La ternura de su corazón la vemos en su actitud frente a las multitudes: Se iba a descansar, pero decidió enseñarles porque veía que eran como ovejas que no tienen pastor [Marcos 6,34].  Aunque pase por el más oscuro de los valles no temeré peligro alguno porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza [Salmo 23,4]. Jesús es el Pastor que el Padre nos envió para cuidarnos [Juan 10, 9 – 11.14 – 16]. En Él ya no estamos perdidos ni dispersos [Jeremías 23,1- 6] sino congregados y bien cuidados. Esta es la razón por la cual venían las multitudes: porque querían ver a Jesús expresar su amor de un modo auténtico y poderoso. La fascinación de verlo realizar milagros, escucharlo enseñar y recibir su amor despertaba un interés incomparablemente grande.  Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, y has llenado mi copa a rebosar [Salmo 23, 5]. La buena noticia es que Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre. Todavía se deleita enseñando y cuidando a su pueblo, especialmente a los desamparados. Hoy no está presente en su cuerpo físico pero lo está en la Cena del Señor [Mateo 26,26 – 28; Marcos 14,22 – 24; Lucas 22,19 – 20; Juan 6,51 – 58; Hechos 2,42.46; 20,7] y Él ha puesto su Espíritu Santo en cada uno de sus seguidores para enseñarnos todas las cosas [Juan 14,26]. Es mediante el Espíritu Santo que Dios reconcilia nuestro proceder con el suyo y forma una amistad profunda con cada uno de nosotros.  Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré [Salmo 23, 6] Si oramos y leemos la Escritura todos los días sentiremos que Jesús nos atrae poderosamente y anhelaremos experimentar su guía y confiarle nuestras penas y alegrías. J esús, el Buen Pastor, hará por nosotros todo lo que hizo por las multitudes hace tanto tiempo. No nos cansemos jamás de acudir a Él, porque no hay barrera que Él no pueda superar, por grande que sea [Efesios 2,14] y siempre está dispuesto a bendecir, sanar y perdonar.  ¡¡¡Jesús, Salvador nuestro, nos congregamos delante de Ti como ovejas necesitadas de tu protección y cuidado. Guíanos en este día, tan incansablemente como guiaste a los discípulos. Confiamos en que proveerás para todas nuestras necesidades!!! —————————————– ————————————— Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Protejamos nuestra Biodiversidad y el Medio Ambiente [Génesis 2,15]
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Perú – SurAmérica


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