DEVOCIONAL DIARIO – MANIPULADORES DE SERPIENTES

DEVOCIONAL CRISTIANO – MANIPULADORES DE SERPIENTES

Usted no puede trabajar efectivamente para Cristo a no ser que esté dispuesto a enfrentar los riesgos que esto involucra. Jesús nos advirtió acerca del riesgo que existe de encontrarnos con serpientes.

Sostengo esta afirmación con gentileza, no obstante la Biblia dice que los impíos son como serpientes venenosas y que debemos ser personas dispuestas a manipularlas. Considero relevante que la Biblia llame a Satanás “la serpiente antigua” (Apocalipsis 12:9), y que Cristo prometa: “Tomarán en las manos serpientes…” (Marcos 16:18).

Jesús dijo, “Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar” (Lucas 14:23). Pero en Eclesiastés se nos advierte: “Al que aportillare el vallado, le morderá la serpiente” (10:8). Los vallados están llenos de serpientes, pero como pescadores de hombres se nos dice: “¿o si (te pide) pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿(Lucas 11:11).

A los ganadores de almas se les promete “…y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño…” (Marcos 16:18). Esto se refiere a si un misionero u otro creyente accidentalmente bebe veneno. Sin embargo, existe un mensaje más profundo escondido en las Escrituras. De igual manera que nosotros como cristianos bebemos de la sangre de Cristo – el río de vida, de su divino amor y belleza – inconscientemente también bebemos del veneno de este mundo cuando vamos a predicar el evangelio.

Nosotros absorbemos demasiado del espíritu de este mundo y permitimos que nuestras vidas espirituales tomen substancias mortíferas, que a menos que recibamos la protección del Espíritu Santo, no veo cómo un cristiano pueda ir al lugar donde se encuentran los pecadores. Inclusive resulta difícil que su espíritu no beba algunas de estas inmencionables substancias. Ahora, si usted bebe cualquier sustancia mortífera mientras va en busca de serpientes en el poder de Cristo, el veneno no le hará daño. Cuando el Señor comenzó a mostrarme esta verdad, yo regresaba a mi casa y oraba, y podía sentir el aliento del Espíritu Santo derramándose por todo mi ser. El veneno era consumido y yo podía pararme limpio y puro – sin daño.

Por David Wilkerson

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí