Obstáculos Para Que Nuestras Oraciones Sean Contestadas

2

Barreras Para Que Nuestras Oraciones Sean Respondidas

«ME INVOCARÁ Y YO LE RESPONDERÉ…» (Salmo 91:15)

Cuando un club nocturno abrió en la calle principal, una iglesia que estaba situada a sólo unos noventa metros de distancia organizó una vigilia de oración de veinticuatro horas en la que pidieron a Dios que quemara al club. Dentro de una semana, un rayo cayó encima y lo abrasó totalmente. El dueño presentó una demanda a la iglesia, la cuál negó tener responsabilidad alguna. Después de escuchar los argumentos de ambos partes, el juez dijo: «Quienquiera que sea el culpable, parece que el dueño del club cree en la oración, mientras la iglesia no lo hace».

1) El primer obstáculo para que nuestras oraciones sean contestadas es no orar.

Suena muy simple, pero las oraciones no son contestadas si no hablamos con el Señor. Decir que creemos en la oración no es lo mismo que orar. Santiago escribió: «…no recibís, porque pedís mal…» (Santiago 4:3). Debemos tomarnos tiempo para decir a Dios lo que deseamos y necesitamos. Algunas veces, damos vueltas a ciertas situaciones en la mente, o hablamos de ellas con nuestros amigos, o las deseamos, o las esperamos, pero no oramos. Pensar, hablar con otros, desear o esperar no es lo mismo que orar. ¡Solamente orar es orar! Cuando tenemos una necesidad o hay una situación que nos preocupa, sólo oramos si hablamos con Dios acerca de ello.

El Señor está esperando a que pidamos cosas en oración, y nunca se cansa de que acudamos a Él, porque es capaz, está deseando y dispuesto a actuar a nuestro favor, pero tenemos que hacerlo. Jesús dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquél que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» (Mateo 7:7-8).

«ACERQUÉMONOS, PUES, CONFIADAMENTE AL TRONO DE LA GRACIA…» (Hebreos 4:16)

2) El segundo obstáculo para que nuestras oraciones sean respondidas es la falta de confianza.

Cuando comprendamos que como hijos de Dios redimidos tenemos el derecho de acercarnos a Él en cualquier momento, podremos superar los intentos del enemigo de hacer que nos sintamos culpables. Como consecuencia, cobramos confianza para comunicarnos con Él y ya no nos decimos: «Sé que el Señor lo puede hacer, pero me cuesta creer que lo hará por mí». Pensamos tales cosas porque tenemos en mente que no somos dignos de recibir algo de Él. Sin embargo, Jesús hizo que lo fuéramos. Cuando nos dirigimos a Dios, podemos contar con que Él es compasivo con nosotros: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16). La palabra «…gracia…» significa que el Señor nos dará lo que no nos merecemos si estamos lo suficientemente confiados para pedírselo, porque lo hacemos en el Nombre de Jesús, no en el nuestro. Estamos presentando al Padre todo lo que Jesús representa, no todo lo que somos nosotros, ya que no somos nada sin Él. Dios está dispuesto a hacer más de lo que podríamos pedir o entender (lee Efesios 3:20). Así que, necesitamos practicar nuestra fe y beneficiarnos de todo lo que Él puede hacer si se lo pedimos confiadamente.

Helen Poole escribió: «Mi hija de cuatro años siempre oraba antes de que se fuese a dormir. Una noche, oraba y oraba. Su voz sonaba cada vez más baja hasta que sólo sus labios se movieron, y después dijo: «Amén». Le comenté: «Cariño, no he oído ninguna palabra de lo que has dicho», a lo que ella me contestó: «No te estaba hablando a ti, mamita». Cuando comprendes que tienes el privilegio de hablar con el Señor y que Él escucha cada palabra tuya, entonces oras con toda confianza.

«SI OBSERVO INIQUIDAD EN MI CORAZÓN, EL SEÑOR NO ME ESCUCHARÁ» (Salmo 66:18 Versión La Biblia de las Américas)

oraciones-respondidas-Dios-Biblia-3
Barreras Contra La Oración Respondida

3) El tercer obstáculo para que nuestras oraciones sean contestadas es el pecado.

Lillian Pearsall dijo: «Cuando era telefonista, un cliente habló más de lo debido durante una llamada de larga distancia desde un teléfono público. Incluso con mis amables sugerencias se negó a echar más monedas. Y no sólo eso, muy enfadado y ofensivo, colgó de golpe. Unos segundos más tarde, y ya algo más tranquilo, me llamó de nuevo: «Señorita, por favor, déjeme salir de la cabina telefónica; pagaré lo que sea, solamente, ¡déjeme salir!». Al parecer se había encerrado y equivocadamente pensaba que yo controlaba las puertas de la cabina telefónica. Sin ningún problema pagó el recargo, y después de oír mi consejo le dio una patada fuerte a la puerta y pudo salir».

El pecado no confesado nos encierra y nos deja apartados de Dios. Si tenemos pecados escondidos en nuestro corazón, no podemos orar teniendo la seguridad de que el Señor nos contestará. Sin embargo, si le pedimos que revele nuestro pecado, lo hará. Cuando esto ocurra, debemos ocuparnos de ello si queremos mantener las «líneas de comunicación» abiertas. Si Dios nos recuerda de una situación en la cuál no hicimos lo correcto, no podemos «barrerlo» y esconderlo «debajo de la alfombra»; tenemos que reconocerlo y recibir su perdón.

Lo que llamamos «pequeñas cosas» se convierte en hábitos pecaminosos y normas de por vida… Por lo tanto, cuando el Señor revela nuestros pecados, es preciso que nos arrepintamos y que terminemos con lo que hemos estado haciendo mal, tomándonoslo muy en serio y actuando inmediatamente. Esto significa que hagamos todo lo que esté dentro de nuestro poder para asegurarnos que fluya nuestra relación con Él. De este modo, nuestras oraciones serán oídas y contestadas. Continua en la 2 pagina haz click en la siguiente.

2 COMENTARIOS

  1. Gracias por las ricas enseñanzas pero habría modo de quitar ese sobrecito enmarcado rojo con la palabra «mensaje»? Es muy molesto! Gracias otra vez.!!!

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí