El Hombre Y La Mujer Se Necesitan Uno al Otro: Biblia

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La Necesidad Del Hombre Y La Mujer, El Complemento Perfecto. ¿Qué Dice La Biblia?

La Necesidad Del Hombre Y La Mujer, El Complemento Perfecto. ¿Qué Dice La Biblia?

Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre (Génesis 2:22).

Antes de darle una esposa a Adán, Dios le dio una vocación. Luego le explicó a Adán que necesitaría ayuda para cumplir ese llamado; nunca alcanzaría su máximo potencial por sí mismo porque estaba incompleto. Adán no se dio cuenta hasta que Dios se lo reveló. ¿Y cómo se lo reveló? Una vez que Adán empezó a nombrar a los animales del jardín, pudo ver que cada uno de ellos tenía una pareja. Cada criatura tenía otra igual a ella, mientras que Adán no.

Observa: Dios no le dio una esposa a Adán hasta que generó en él la comprensión de que necesitaba una. Valoramos algo o a alguien una vez que nos damos cuenta de lo vital que es. Una de las quejas más comunes que escuchan los consejeros matrimoniales es que uno de los cónyuges se siente que no es necesario. Pero cuando Dios los une, y comprenden cómo contribuye cada uno a la relación, ambos se sienten necesarios.

La primera cosa en la Biblia que Dios declaró que «no es bueno» (v. 18) fue que Adán estaba solo. Nota la palabra «formó» (v. 22), que significa diseñar intrincadamente y construir cuidadosamente. Dios le dio a Adán una compañera específicamente diseñada para llevar a cabo la instrucción que le había dado previamente, a saber, señorear, «gobernar» (Génesis 1:28).

Dios le dio a Eva a Adán para que tuviera a alguien con quien colaborar en el logro del propósito para el que había sido creado. Eva no fue tomada de la cabeza de Adán para estar por encima de él, ni de sus pies para estar por debajo de él. Ella fue creada de una de sus costillas, un lugar protegido cerca de su corazón. Así podrían trabajar codo con codo para cumplir su propósito.

En resumen: Se necesitan el uno al otro, y es lo que la Biblia enseña.

«Esto explica por qué el hombre… se une a su mujer»(Génesis 2:24).

Hoy en día muchos divorcios se basan en motivos de incompatibilidad. Por ejemplo, el marido dice: «No tenemos nada en común». O la esposa dice: «Somos tan diferentes como el agua y el vino». ¡Claro que lo son! Si fueran exactamente iguales, ¡uno de los dos no sería necesario! La razón por la que se necesitan el uno al otro es porque son diferentes. A uno le gusta el café; al otro, el té. Uno se acuesta temprano; el otro es un búho nocturno. Uno es tranquilo; el otro, extrovertido. ¿Puede esto causar fricciones? Por supuesto que sí. Ahí es donde entran en juego el amor, la amabilidad y la paciencia.

El verdadero problema no son las diferencias, sino hacer que las diferencias que Dios nos ha dado trabajen a nuestro favor en lugar de en nuestra contra. Lo triste es que hemos perdido la comprensión de cómo hacer que nuestras diferencias encajen y se complementen. El día que empieces a buscar lo que Dios está tratando de enseñarte a través de tu pareja, dejarás de quejarte y empezarás a crecer. Tal vez en el fondo de tu corazón puedes estar pensando: «Pero yo no creo que Dios me haya dado a mi pareja». Tal vez no, pero si se lo permites, Él te enseñará cómo amar y aprender de él o ella de todos modos.

Como pareja, no hay problemas derivados de tus diferencias que no puedan resolverse aplicando una dosis saludable de la gracia de Dios y siguiendo las pautas que Él estableció para construir una relación feliz. Pero hay que construirla. Y hay que trabajar. Dos personas imperfectas no hacen un matrimonio perfecto. Pero dos personas imperfectas, comprometidas a amarse mutuamente y a seguir las directrices de Dios, pueden acercarse lo más posible a la felicidad del Edén desde este lado del cielo.

«Más para Adán no se halló ayuda idónea para él» (Génesis 2:20).

Las bendiciones y los beneficios de un buen matrimonio incluyen cosas como el compañerismo, la satisfacción sexual y la alegría de tener hijos. Pero, su propósito principal es proporcionar a ambas partes todo lo necesario para cumplir el propósito de Dios de «tener dominio» señorear (Génesis 1:28).

El matrimonio es un pacto diseñado por Dios para fortalecer la capacidad de cada miembro de la pareja para tener éxito en la esfera en la que Él los colocó. Una «ayuda idónea» significa simplemente «un colaborador esencial e importante». Y cuando un marido o una mujer rechazan la aportación útil del otro, limitan lo que Dios puede hacer a través de ellos como pareja. ¡Qué pérdida! A veces es difícil para los hombres, en particular reconocer que necesitan ayuda-y cuando uno no busca ayuda, no la encuentra. Eso significa que no tienes éxito en la medida en que podrías haberlo tenido.

El punto de vista de una mujer no es información inferior; es información esencial e importante. Su presencia no se diseñó para ser ornamental o decorativa; es vital para desarrollar su potencial en común. Cuando un hombre toma decisiones sistemáticamente sin consultar a su mujer, las está tomando sin todos los componentes necesarios para decidir sabiamente.

Los hombres tienden a pensar con lógica. Pero las mujeres tienen un plus, porque están programadas para pensar también intuitivamente. Dan a la relación una perspectiva que de otro modo no tendría, así que cuando un marido no aprovecha las capacidades que Dios ha dado a su mujer, se está robando a sí mismo lo mejor de Dios. Una vez que comprendas este principio y empieces a actuar en consecuencia, tu relación se enriquecerá enormemente y experimentarás la alegría de caminar en la bendición de Dios cada día. Así que la pregunta es la siguiente: ¿Por qué te conformarías con menos cuando puedes tener más?

4 COMENTARIOS

  1. Muy bueno y útil para entender el rol que tenemos que asumir para hacer la voluntad de Dios

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