Jesús el justo: Abogado Tenemos Para Con El Padre

Jesús: Tu Abogado Perfecto

Viajemos en el tiempo, si esto fuera posible, claro, y veamos el momento exacto cuando el apóstol Juan escribe este texto: «Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo» (1 Juan 2:1) Esta es una declaración tan poderosa e importante que cambiaria la vida de todos los que la entendieran en su profundidad.

En el complicado mundo en el que vivimos, en esos momentos de duda sobre el amor de Dios, estas palabras escritas por Juan brillan con luz propia en la oscuridad: «Si alguno peca, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.» Cuando nuestras acciones parecen distanciarnos de la imagen de Cristo y nuestros pensamientos se hunden en las profundidades del pecado, recordemos una verdad importante: «Jesús está intercediendo ante el Padre, y viviendo siempre para interceder por nosotros» (vea Hebreos 7:25).

3 Características Importantes Sobre Nuestro Abogado:

Jesús Es Un Abogado Calificado: Jesús no es simplemente un defensor cualquiera; Él es el Hijo amado en quien Dios tiene complacencia (Mateo 3:17). Su cualificación no tiene límites, y su título de justicia impacta en cada intervención a nuestro favor.

Jesús Es Un Abogado Perfecto: La corte celestial nunca ha visto a Jesús perder un caso. Su poder para salvar es perpetuo, y su gracia nos alcanza en el momento oportuno (Hebreos 7:25). La victoria es inseparable a su representación, y su historial de abogado es impecable.

Jesús Ofrece Un Servicio Gratuito: Jesús no cobra por sus servicios legales; su gracia es otorgada libremente. En medio de nuestras faltas y limitaciones, nos invita a acercarnos a Dios sin dinero y sin precio, solo con la confianza de nuestra fe basada en sus promesas (Isaías 55:1).

Imaginemos por un instante el tabernáculo del Antiguo Testamento, donde la sangre de un cordero se derramaba sobre el propiciatorio. Debajo, el arca del pacto sostenía la ley quebrantada, el registro de nuestra culpa. La única manera en que Dios podía ver la ley quebrantada era a través de la sangre. Hoy, Jesús sigue siendo nuestro propiciatorio, cubriéndonos con su sangre para que la justicia divina vea su perfecta obra redentora en lugar de nuestras faltas.

La Biblia nos llama a acercarnos confiadamente al trono de la gracia de Dios. La figura de Jesús como nuestro abogado tiene eco en el pasaje de Hebreos 4:16, donde se nos anima a buscar misericordia y gracia para el oportuno socorro. Jesús no solo nos defiende; nos brinda acceso irrestricto al trono divino, un privilegio que nuestra humanidad no podría obtener por sí misma.

La apologética respalda la figura del abogado divino al destacar que Jesús, el justo, es el puente entre la humanidad caída y un Dios santo. Su obra en la cruz justifica nuestra posición ante el tribunal celestial, garantizando que, a través de su sangre, seamos declarados no culpables ante la ley de Dios.

En conclusión, enfrentamos un desafío que va más allá de nuestras luchas y dudas: acercarnos a Dios con confianza, sabiendo que Jesús es nuestro perfecto Abogado. La verdad revelada en 1 Juan 2:1 nos llama a dejar de lado nuestras incertidumbres y a confiar en la fidelidad del Hijo de Dios.

Hoy, más que nunca, recordemos que la gracia que fluye a través de la sangre de Jesús nos permite presentarnos delante de Dios sin temor. Que el hecho de tener a Jesús como nuestro Abogado nos inspire a vivir vidas que reflejen la justicia y la gracia que Él nos ha otorgado. Que este conocimiento nos impulse a compartir la buena noticia de un Salvador compasivo que se ofrece como nuestro eterno defensor.

Así que, yo sé que en este momento que lees este texto, es posible que estés pasando por una situación de injusticia, o tal vez fuiste tu el injusto, eso no importa ahora, solo un verdadero y profundo arrepentimiento. Por eso, en cada situación, en cada lucha, recuerda con confianza: ¡Jesús es tu abogado perfecto!