[devocional-jueves] 16 de Marzo de 2006 – La angustia de Jes?s (1)

En pago de mi amor me han sido adversarios;
mas yo oraba. 
Salmo 109:4.

Cristo, en los días de su carne,
(ofreció) ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas
al que le podía librar de la muerte. 

Hebreos 5:7.

La angustia de Jesús (1)

       Sigamos con el pensamiento al pequeño grupo que salió de Jerusalén y atravesó el torrente de Cedrón, hasta llegar a Getsemaní. Nuestro Señor ?comenzó a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte? (Marcos 14:33-34). La narración de los evangelios es sobria, y esto prueba que los hechos relatados son inescrutables. El libro de los Salmos contiene muchas expresiones que anuncian esa angustia experimentada por Jesús al acercarse a la cruz (Salmos 69, 102?). ¡Cuán sensible fue Cristo a todo lo que el odio de los hombres, a quienes venía a salvar, iba a inventar para hacerlo sufrir! Además de los padecimientos físicos de la crucifixión, iba sufrir la ingratitud y la crueldad de sus criaturas. Pero más que cualquier otro dolor, Jesús entreveía las tres horas de tinieblas en que Dios se iba a ocultar de él. Perfectamente santo y puro, sólo podía angustiarse con la perspectiva de ser hecho pecado por nosotros (2 Corintios 5:21).

       El Señor Jesús ?se apartó? de sus discípulos ?a distancia como de un tiro de piedra? (Lucas 22:41). Siempre hay una distancia entre el creyente y su Señor, aun cuando una íntima comunión los una. En una ardiente súplica, Jesús se postró y pidió que la hora de la cruz pasase de él, pero agregó: ?Padre, si es posible?. Mas no era posible, porque si el Señor Jesús no hubiese pagado el precio, ¿cómo entonces podría otorgarnos el perdón? 

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