Cuatro enseñanzas del Camino. Parte 2

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«Clama a mí y… te enseñaré cosas… que tú no conoces» (Jeremías 33:3)

Tercero: Aprendes el secreto de la oración. ¿Te sientes perdido en una situación desconocida, o con incertidumbre respecto a cuál deber ser el siguiente paso? Dios usa esos momentos para llamarte la atención, atraerte de nuevo a Sí y animarte a que te apoyes en Él, la fuente inagotable de sabiduría y de fortaleza. Deja de intentar arreglártelas por ti solo. Dios dice: «Clama a mí y… te enseñaré cosas… que tú no conoces» (Jeremías 33:3). Lleva tu problema al Señor y pídele una solución; Él no te va a decepcionar. «…La oración del justo es poderosa y eficaz» (Santiago 5:16 NVI).

Cuarto: Aprendes el poder de la paciencia. Cuando el Espíritu Santo te da dirección y deposita un ideal o una meta en tu corazón, lo normal es apresurarse y querer que suceda inmediatamente. Pero hay que esperar su tiempo, el cual no depende de ti, sino de Dios. Esperar el momento propicio no es una pérdida de tiempo, sino algo esencial para madurar dos cualidades necesarias: la fe y la esperanza. «Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos» (Romanos 8:25). Mientras aprendes paciencia, Dios está trabajando por tu causa y también produciendo cualidades cristianas en tu carácter. Decía el salmista que su esperanza estaba en el Señor. ¿En qué o en quién está la tuya? ¿En la economía, en el pronóstico de los médicos, en la suerte? Mientras tu esperanza esté depositada en algo que no sea el amor eterno y la bondad infinita de Dios, te debatirás con incertidumbre. Ésta es la clave: «…Su corazón está firme, confiado en el Señor» (Salmo 112:7).

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