Reflexión Cristiana – Sin Miedo De Vender El Loro

Reflexión Cristiana – Sin Miedo De Vender El Loro

«Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse…» 2 Timoteo 2:15

«Busque vivir la vida de tal manera que no tenga vergüenza de vender el loro de la familia para la mayor chismosa de la ciudad.» (Colleen Spencer)

¿Cuál ha sido nuestra conducta diaria? ¿Como hemos vivido en los momentos en los que estamos lejos de la iglesia o de los hermanos que nos conocen apenas de las reunionesí ¿Como hemos actuado en las empresas qué poseemos o qué trabajamosí ¿Hemos sido honestos en nuestros negocios, en nuestra compra, en nuestros pagosí Las personas que con nosotros conviven, fuera de la iglesia, ¿pueden ser invitadas para ir con nosotros alabar al Señor o se quedarían asombradas en saber qué tenemos a Jesús en el corazón?

Cuando damos lugar, verdaderamente, al Señor en nuestras vidas, nada tenemos que temer con relación a las personas con quienes nos relacionamos. No necesitamos escoger palabras con recelo de que descubran nuestra hipocresía y ni que nos cojan en una mentira cualquiera. Si estamos en verdad y fuimos por ella libertados, todas nuestras actitudes y todo lo que hablamos servirá de alabanza y gloria al nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

No solamente los posibles «loros de familia» así como todos nuestros parientes y amigos testificarán que somos hijos de Dios y que nada tenemos que pueda avergonzarnos.

Andar con el Señor nos alegra el corazón, nos llena de regocijo en todo lo que hacemos, nos motiva en la hora de buscar la realización de un sueño, nos da fuerzas y perseverancia al enfrentar errores y fracasos. Vivir en la presencia del Señor nos impide de caer en las trampas del mundo, de debilitarnos en la fe, de que desistamos por falta de esperanza.

Si usted anhela vivir en plena dicha y no tener miedo de que un loro espiritual esparza lo que usted hace en secreto, deje a Jesús dirigir , todos los días, su vida.

«Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse…» 2 Timoteo 2:15

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