¿Cómo Convertir el Dolor en Finalidad?

¿Cómo transformar el sufrimiento y el dolor en propósito cumplido?

«…MIS PENSAMIENTOS NO SON VUESTROS PENSAMIENTOS…» (Isaías 55:8)

¡Puedes calcular lo fuerte que eres por lo que se necesita para desanimarte!

Algunas veces nuestro desánimo no tiene nada que ver con lo que Dios hace o deja de hacer, y sí mucho con nuestras suposiciones erróneas de cómo deberían salir las cosas.

Cuando intentamos vislumbrar los propósitos de Dios para nuestra vida, nos equivocamos a menudo porque Él dice: «…mis pensamientos no son vuestros pensamientos…» (Isaías 55:8). El Señor siempre tiene un plan ¡y su «cronometraje» es perfecto!

Henri Dunant, un rico banquero suizo del siglo XIX, fue enviado a París por su gobierno para hacer una negociación con el emperador Napoleón III. Pero cuando llegó, se enteró de que el emperador se había ido a luchar a la guerra. De manera que se fue al frente de batalla a encontrarlo.

Una vez allí, Dunant vio horrorizado cómo los cañonazos destrozaron a varios soldados. Hombres mutilados y muertos yacían por todas partes. Quedó tan desolado por lo que vio que permaneció en el frente durante semanas, ayudando a los médicos y cuidando a los heridos. Aun después de volver a su casa, aquellas imágenes de la guerra le obsesionaban.

Dunant no se podía concentrar en los negocios bancarios y se distrajo tanto que perdió su fortuna. Sin embargo, incluso con su carrera arruinada conservaba una percepción inequívoca de los designios de Dios en todo lo que había ocurrido. Más tarde escribió:

«Sentía que tenía que hacer algo, un deber sagrado destinado a tener consecuencias infinitas para la humanidad». Y tenía razón.

De su dolor surgió una finalidad, y Henri Dunant fundó la Cruz Roja. A causa de esto recibió el primer Premio Nobel de la Paz. Por lo tanto, busca el porqué de tu dolor.

Alguien dijo Lo que te aflige profundamente y te duele en el corazón, has sido llamado a trabajar para «solucionarlo». Piensa en eso cuando ores a Dios por las cosas que necesites hacer.

¡Mil Bendiciones!