¿Cuál Es El Primer Requisito de un Líder Según La Biblia?

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¿Cuál Es El Primer Requisito de un Líder Según La Biblia?

El Deseo de Excelencia En El Liderazgo Cristiano. ¿Qué Dice La Biblia?

En la vida cultual de iglesia del Señor, el deseo de excelencia destaca como la fuerza motriz que impulsa a los miembros a alcanzar posiciones de servicio. Este deseo, cuando es correcto en el corazón, se convierte en la chispa que enciende la llama del liderazgo. No es casualidad que Pablo, el apóstol, en sus instrucciones a Timoteo, coloque el deseo como el primer requisito para el liderazgo. El dicho es claro: «Si alguno desea el oficio de obispo, desea buena obra» (1 Timoteo 3:1). En este texto, analizaremos la profundidad de este deseo, su manifestación en la vida diario y su importancia en el desarrollo del liderazgo cristiano.

Recuerdo una historia que sucedió en una calle común, la escena de una anciana que desafía las adversidades pinta un cuadro vivido de lo que significa poseer un deseo (actitud) innato de excelencia. A pesar de las penurias económicas y las limitaciones físicas, esta mujer, como millones en la post Unión Soviética, decidió caminar con dignidad. Su ropa desgastada y zapatos maltrechos no pueden apagar la resplandeciente actitud que lleva consigo. En medio de la miseria, su deseo de presentarse con lo mejor disponible revela una verdad gloriosa: el deseo (la actitud), más que las circunstancias, determina la excelencia.

La Biblia, como fuente de verdad e inspiración, nos guía hacia la comprensión de que el deseo no es un capricho, sino un principio arraigado en la naturaleza de Dios. Desde la creación, Dios anhelaba que su obra fuera excelente, y cuando creó al hombre, lo hizo «a su imagen» (Génesis 1:27). Este deseo divino de excelencia se transmite a sus hijos, y cuando Pablo establece el estándar para los líderes, pone el deseo como cimiento, reconociendo que aquellos con un anhelo ardiente por lo bueno son propensos a obras buenas.

La hermenéutica adecuada nos lleva a entender que el deseo mencionado por Pablo no es un capricho egoísta, sino un anhelo profundo de participar en la «buena obra». Esta buena obra no es solo una acción externa, sino una revelación de la imagen de Dios. La referencia es clara: «Buena obra desea». No se trata de una mera conformidad externa, sino de un deseo profundo de reflejar la tremenda bondad de Dios en todas las esferas de la vida.

Estos son algunos versículos Clave que nos pueden ayudar a entender:

  • 1 Timoteo 3:1: «Esta es una palabra verdadera: Si alguno desea el oficio de obispo, buena obra desea».

    Génesis 1:27: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó».

El desarrollo del deseo de excelencia implica una mirada interna, evaluando cómo este deseo se manifiesta en la vida diaria. Encontramos la exhortación de Pablo a los creyentes para que no sean conformados al mundo, sino transformados por la renovación de la mente (Romanos 12:2). Este proceso de renovación implica un cambio en el deseo, una transición de los estándares mundanos a la búsqueda constante de la excelencia divina.

La enseñanza de Jesús sobre la excelencia es una guía para el deseo correcto. En el Sermón del Monte, Él llama a sus seguidores a ser «perfectos, así como su Padre celestial es perfecto» (Mateo 5:48). Este llamado a la perfección no es una expectativa irreal, sino una invitación a abrazar el deseo de crecimiento constante, alcanzando la plenitud de la imagen de Dios.

La enseñanza del deseo de excelencia se apoya en la apologética bíblica, defendiendo la idea de que este deseo no es una expresión de orgullo, sino un reconocimiento de la gracia divina. La Parábola de los Talentos (Mateo 25:14-30) ilustra vívidamente que aquellos que desean multiplicar lo que se les confía son considerados siervos fieles. El deseo de excelencia no se trata de comparación con otros, sino de una respuesta fiel a la gracia recibida.

Por lo tanto, el primer requisito de un líder, según la enseñanza bíblica, es el deseo de excelencia. Esta llama interna, cuando arde brillantemente, dirige a los líderes hacia obras de fe importantes que trascienden las circunstancias. La historia de la anciana, a pesar de su difícil situación, nos desafía a examinar nuestro propio deseo de excelencia. Que este deseo, fundado en la verdad bíblica, nos impulse a vivir vidas que reflejen la imagen de Dios y sirvan como luz en un mundo necesitado de excelencia divina.

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