No seas necio Parte 3

No seas necio Parte 3

«…TENÍA QUE MORIR ABNER COMO MUEREN LOS NECIOS» (2 Samuel 3:33 NTV)

El necio absoluto. Abner había matado a un hombre llamado Asael, hermano de Joab, primer general del rey David. Joab se propuso quitar la vida a Abner. La tragedia de esta historia es que Abner estaba al lado de Hebrón, una de las seis ciudades de refugio. Pero en lugar de dirigirse a esa ciudad y disfrutar de su protección, dejó que el enemigo lo alcanzara fuera de las puertas y lo asesinara. «…Enterraron a Abner en Hebrón, y el rey y todo el pueblo lloraron junto a la tumba. Luego el rey cantó este cántico fúnebre por Abner: ¿Acaso tenía que morir Abner como mueren los neciosí» (2 Samuel 3:33 NTV). Abner era ejemplo del necio absoluto. ¿Por qué? Porque al contrario del necio ateo, que no cree en Dios, o del necio ambicioso, que no considera a Dios, él sabía lo que tenía que hacer -pero no lo hizo. No tenía que cruzar ningún río, ni escalar ninguna montaña, ni ningún precio que pagar. Las puertas de Hebrón estaban abiertas y lo único que debía hacer era entrar por ellas y quedarse allí.

Imagina que te dan un folleto evangelístico con estas palabras en la portada: ‘¿Qué tengo que hacer para perderme?’ Al abrir, encontrarás que la página está en blanco. ¡No tienes que hacer nada para perderte! Pero sí debes hacer algo para salvarte: «…Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo…» (Hechos 16:31). Cuando María llevó a Jesús recién nacido al templo, un sacerdote muy anciano llamado Simeón lo tomó en sus brazos y dijo: «Ahora, Señor, puedo ya morir en paz… he visto con mis propios ojos al Salvador…» (Lucas 2:25-32). Para poder morir bien, tienes que tener un encuentro con Cristo, aceptarlo y reconocerlo como tu Señor y Salvador. ¿Por qué no lo haces hoy?

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